
Quien nos enseñó a amar con libertad, lo hizo
para que los corazones fuesen capaces de flotar,
capaces de mirarse, enternecidos y de llorar unidos.
Quien nos enseñó entonces a no amar, es decir: a odiar,
no supo que callaríamos nuestro dolor, muchas veces, encubierto.
Estamos entonces queriendo, amando y creando versos
descompuestos, al unísono, recreándonos tal vez en ello,
para dejar a un lado el dolor de vivir desencuentros,
que aturden al amor y tornan nuestra ilusión en duelo.
Comprendiedo todo esto, quiero entender que el odio
no no existió nunca en mi vocabulario, y vivo sin rencor por eso...
(...aclaración sensata a la conversación de la noche en la que el calor se posa en nuestros cuerpos y nos hablamos para decirnos que nos queremos, siempre sin tener que ocultar nuestros pensamientos y ayudándonos y llenándonos de deseos de ser los mejores amantes del mundo entero)
TQM
4 comentarios:
Es que no lo sé decir ya más que en verso...
Ah, no te olvides del descapotable...jejeje, ¡ya verás que diver!y en veranito, la rulot.
Maaadreeeeeee.
anda, que vaya bromas que te gasto, pequeñajo...
si, si, si...
riti, riti, jejejeje
jajajjaaja
muy de tu Torrejoncillo, mi amor!
Publicar un comentario