
En aquel suspiro
dejé entrever mi alma, al desnudo,
y mirando tus labios,
aturdida y sonrojada
cerré los ojos y me fundí
en "el beso" que me dabas.
Y cambió el rumbo de mi destino,
y cambió el horario que marcaba mi reloj,
me transporté a otro siglo,
volé, acercándome al abismo,
de tu mano; cariño,
y con aquel beso, conseguí retornar a la tierra
para ver tu cara mirando: "los mis ojinos..."
Deja tus besos en mis labios,
cacereño de mi alma,
deja tus ojinos para mi mirada,
y cuando vuelvas a tu tierra cacereña,
recuerda que en esta tierra, me quedo esperando
que vuelvas.
(Maribel Jiménez)
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