sin venda en los ojos...

Esta noche no me importaban los sentidos.

Habría decidido desprenderme de ellos para poder ser testigo del sentimiento puro de mi sensibilidad, para poder creerme tan linda entre los mensajes de Navidad, tan bella por los consejos prestados. Habría sido capaz de ver, aún con los ojos cerrados; porque mi lectura de la vida se mira con el corazón, se entiende con la armonía de la pasión, se dibuja con esmero en las venas de nuestro camino por recorrer. Y es que habiendo alma, no hacen falta más sentidos; pero los que los tenemos, hemos de dar gracias a Dios (cada uno el suyo) por habernos dado las maravillosas herramientas que todo ser vivo utiliza para impregnarse de belleza.

Y eso es lo que yo he visto esta Navidad, belleza espiritual en seres bondadosos, eres que a falta de una sonrisa, de un trozo de pan, un colchón..., al menos, necesitan un pellizquito para que sepan que es verdad lo que viven y que han de remediarlo.

Sigo creyendo que para amar, sólo se necesita ser sencilla y tremendamente humilde en cuerpo y alma. Con ello se disfruta mucho más de lo que realmente interesa en esta vida.

Fuera materialismo.

Todo el día consumiendo. Que la Navidad sea un manjar que degustamos y saboreamos cada año con la sutileza de verlo con el alma; entonces, será nuestro para siempre.

Esta noche me he dado cuenta que me miras con el corazón, y yo te miro a ti de la misma manera, no conozco otra...

Esta noche me he dado cuenta de que quiero verte con mis labios, quiero escucharte con mi boca, quiero saborearte con mi ojazos. Algún día se comprenderá, más allá de los sueños, que un amor de verdad no tiene una venda en los ojos, pero que mira mucho más profundamente que con ellos. Y podemos amarlo todo, para disfrutar de todo en su belleza máxima.

Seguiré...

(Por Maribel Jiménez. Escritora de Badajoz)