Queridos amigos y amigas, hoy os presento a un nuevo amigo que he conocido por las casualidades que nos brinda la vida, y rápidamente nos ha ofrecido ver su rincón de descanso, en el que pasa horas y al que dedica con tesón y cariño, gran parte de su tiempo de jubilado. Es una cochera que se encuentra en las calles céntricas de mi Badajoz del alma, y por falta de 8 centímetros, el ayuntamiento no le pudo conceder la licencia de cochera...
Con ello, se convirtió en el bajo de su casa y en un lugar de ocio familiar, íntimo y muy propio. Lleva la esencia de este ser encantador que abrió sus puertas y su vida para contarnos a los que allí estábamos presentes, las anécdotas que han hecho que su vida tenga el sentido que tiene.
La mayor parte de los recuerdos que allí guarda son de carácter andaluz, pues es sevillano y lo debe llevar arraigado, aún ya a su edad y tras estar asentado en Badajoz hace muchos años, conserva la gracia y la elegancia del acento sevillano.
Me ha encantado estar allí, en ese momento y porque Dios quiso que este buen hombre nos brindara un rato de su tiempo y nos enseñara toda la colección que hace de pañuelos de seda, de tirantes, de corbatas cambiadas con artistas... todo ello..., enmarcado. Tiene su trabajito...
Nada de fiestas en el local, pero hay un tablao flamenco y una barra de bar que no estaría de más poder aprovechar, pero para él, la aprovecha colgando sus recuerdos familiares y observándolos una y otra vez... qué de historias tenemos todos! Hay tanto que contar!
Todo ello ha ocurrido el domingo de Ramos, esa es la pura casualidad a la que me refería, que menos mal que estaba esperando que saliera la procesión del convento y justo enfrente es donde este señor, tiene un museo de ensueño, lleno de detalles de su vida y retales de recuerdos inolvidables... Hoy es 17 de abril, el calor es sofocante, estamos atemorizados porque en este tiempo no se recordaban temperaturas similares y la conversación en el ambiente pone en duda la climatología que tendremos que soportar en pleno agosto... Madre mía!
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