¡Cuántas cosas me gustaría olvidar y no puedo
y cuantos caminos dejaría atrás
para tomar, aunque fueran senderos;
que me acercasen al lugar que anhelo en mis sueños...!
¡Cuanto daño hay en este humilde corazón,
cuántas noches de llantos, angustias y sufrimiento,
cuántos retorcijones de desesperados sentimientos
entrelazados y amarrados a mi ilusión...!
De lo que ya no queda nada, ni las sombras del recuerdo,
aquellas que pudieran acariciar mi pensamiento;
ni los fantasmas del deseo, envueltos en recuerdos...
ni las divinas palabras que me pudieran traer
más ilusión envuelta en besos y menos sueños, inciertos.
Por Maribel Jiménez. 23/10/2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario